La santidad no es una meta reservada a unos pocos, ni tampoco un ideal inalcanzable. Es, en realidad, la vocación universal a la que todos hemos sido llamados desde el bautismo. Usted, desde su realidad concreta, puede iniciar hoy mismo ese hermoso camino hacia el Cielo.
A continuación, le compartimos ocho pasos que le ayudarán, con la gracia de Dios, a vivir una vida santa:

1. Consagración del día al Ángel de la Guarda
No estás solo en éste camino, tienes un poderoso aliado. Por eso debes consagrarte a él y recomendarte constantemente en todas tus tareas cotidianas.
Consagración al Ángel de la Guarda:
Mi buen Ángel de la Guarda, que ves continuamente el rostro de nuestro buen Padre celestial, que a tu cuidado me confió desde mi nacimiento, te agradezco de todo corazón por tu amoroso cuidado. A ti me entrego y te prometo mi amor y fidelidad.
Humildemente te suplico: protégeme contra mi propia debilidad y contra los ataques de los espíritus malignos, ilumina mi espíritu y mi corazón para que conozca y cumpla siempre la voluntad de Dios y guíame a la unión con la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
Exorcismo breve:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate, sé nuestro amparo, contra la perversidad y asechanzas del demonio; reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que rondan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
2. Diez minutos de Sagrario
Actos de adoración (fe, esperanza y caridad), acción de gracias, ofrecimiento, súplica y reparación. Ponerlo toda nuestra vida y todo nuestro ser en manos del Corazón Eucarístico de Jesús. Si hay aridez tomar algún libro de oración como el de los salmos e intercalar lectura con oración del corazón.
3. Diez minutos de lectura o formación espiritual
Vidas de santos, libros clásicos de piedad o formación, podcast católicos.

4. Participar de la Misa: comulgar en estado de gracia o hacer la comunión espiritual
Dos fórmulas para hacer la comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén. (San Alfonso María de Ligorio)
A vuestros pies, ¡oh mi Jesús!, me postro y os ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada ante vuestra santísima presencia. Yo os adoro en el Sacramento de vuestro amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibiros en la pobre morada que os ofrece el alma mía. Esperando la felicidad de la comunión sacramental, yo quiero poseeros en espíritu. Venid a mí, puesto que yo voy a Vos, ¡oh Jesús mío!, y que vuestro amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en Vos y espero en Vos. Así sea. (Cardenal Rafael Merry del Val)
5. Confesión semanal
Con un buen sacerdote.
6. Rezar el Rosario cada día
Al menos cinco misterios según el día que toque gozosos, luminosos, dolorosos o gloriosos.
7. Hacer apostolado con los prójimos
No te preocupes solo por tu Santificación, recuerda el saludo de San Juan Bosco: ¨Salve, Salvando Salvate¨. Salve (Saludo) Salvando a otros Sálvate a ti mismo. Una de las formas de hacer postolado es enviar formación religiosa a aquellos que la necesitan, o que desconocen la Religión. Se encomienda la lectura del libro “El alma de todo apostolado” del Abad D. Chautard.

8. Examen de conciencia
Seguido de acto de reparación y de confianza, así como y rezar el exorcismo breve a San Miguel antes de dormir.
La santidad no consiste en realizar cosas extraordinarias, sino en amar y vivir con fidelidad cada día, allí donde Dios le ha puesto. Que María Santísima, Reina de todos los santos, le tome de la mano y le conduzca por este sendero de luz.
¿Acepta usted este llamado? El Cielo espera su respuesta.